¿En cuánto espacio cabe una declaración de amor? Para decenas de miles de adolescentes son suficientes dos letras: Tq. Ésa, al menos, es la manera más frecuente de decir "Te quiero" cuando se escribe un SMS, el short message service nacido hace 15 años de la mano del ingeniero estadounidense Neil Papworth. Y es que los 25.000 millones de mensajes cortos de teléfonos móviles que se envían anualmente en España podrían convertirse en una especie de barómetro sobre el estado de salud del castellano. Porque expresiones como Kdms? (¿quedamos?), Toy zzz (estoy dormido), Nt1d (no tengo un duro), Toy :) (estoy feliz) o Bs (besos) se han convertido en palabras y frases habituales para la mayoría de los estudiantes, que, además, suelen entablar sus primeras relaciones interpersonales en ese terreno comunicativo. ¿Está condenado el español a un inexorable empobrecimiento? ¿O asistimos al nacimiento de un nuevo lenguaje?
"Para mí, es más bien cuestión de ahorrar espacio y dinero", argumenta la madrileña Laura Blázquez, de 17 años y estudiante de Secundaria. En un SMS caben unos 160 caracteres y enviarlo cuesta de media 15 céntimos. "Condensando las palabras e incluyendo símbolos puedes decir mucho más". El ahorro es una de las razones que destaca en un estudio también la empresa estadounidense Tegic Communications (ahora Nunance), que diseñó ese diccionario predictivo llamado T9. Así, señalan, más del 70% de los franceses menores de 24 años utilizan esta escritura abreviada.
En España, sin embargo, todavía no hay datos tan precisos al respecto. La Real Academia Española se desvincula de alguna manera de este fenómeno, mientras que algunos investigadores tratan de analizar su dimensión sociológica. Para Joaquín Marín Montín, docente de la Universidad de Sevilla, el lenguaje de los SMS y los chats constituyen "una de las señales de identidad de la juventud que ha crecido en la última década". Y los riesgos de ese torrente de signos a medio camino entre el telegrama y la taquigrafía sería "sustituir la comunicación directa, uno de los aspectos más importantes para el crecimiento", añade.
De todas formas, incluso este código que algunos consideran una "aberración del lenguaje" ha desarrollado unas normas. "Desaparecen las tildes, se incluyen grafías en inglés, se interpretan las letras en función de su contexto, se utilizan onomatopeyas... Así, se puede sacar partido a este código especial", destaca en un trabajo la profesora de Secundaria Carmela Domínguez Cuesta. De otra opinión es el lexicógrafo José Martínez de Sousa. El autor del Diccionario de usos y dudas del español actual lo deja claro: "No se trata de estar a favor o en contra de este fenómeno, porque es una realidad. Pero el lenguaje de los SMS no aporta nada a la comunicación ni a la comprensión", cuenta. "A duras penas conocemos el lenguaje ordinario, hay muchos matices que se nos escapan y hacen que no nos entendamos. Parece que simplifica la lengua, pero complica la comunicación", explica.
Mientras tanto, Laura, que en esta misma página traduce a un formato SMS el presente texto, seguirá usándolo: "Por practicidad. Aunque, a lo mejor, si las compañías telefónicas nos regalaran los mensajes, seguiría haciéndolo. Porque ya no podría escribir un mensaje de otra manera".
domingo, 16 de diciembre de 2007
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